lunes, marzo 28, 2011

Del acto poético.



Hace algunos ayeres, días que aun mi mente recuerda gratamente, tuve la grandiosa oportunidad de compartir tiempo y espacio con un ser memorable, un maestro y grande amigo; Eliot Benítez, un sujeto al que jamás dejare de agradecer la gran cantidad de conocimientos y la deferencia que tuvo al concederme su amistad. Eliot ese tipo enigmático, que siempre estaba armado con un café y una pluma presta a retratar lo que sus ojos capturaban y que su mente procesaba como solo él podía, caminaba, casi podía decirse que deambulaba, por las calles y por los jardines de la universidad, a veces parecía que se escondía en los rincones más recónditos como queriendo sorprenderse a él mismo, era pos demás sobrecogedor poder escucharlo y ver como esa vertiginosa inteligencia jugaba; lo mismo con Spinoza que con Aristóteles, con lo sagrado y a la vez con lo klossowskiano, pasaba fácilmente de Hegel a Nietzsche, de Roberta a Ulises, un saltimbanqui del pensamiento, en ocasiones lucido para el promedio de los espectadores, y en otras ocasiones extasiado e inspirado al grado tal que era casi imposible seguir sus pensamientos.



Ese tipo que tenía percha de arrogante, con rasgos muy particulares, un buen día permitió que pudiéramos entablar el diálogo, poco tiempo falto para que nuestras mutuas fortalezas y debilidades encontraran en el uno y el otro a un némesis, a un hermano, a un gran amigo, largas conversaciones nacieron, visitas a decenas de puntos de la ciudad, él me mostraba su mundo y yo le mostraba el mío, compartimos una tarde de debate filosófico y también una noche de farra, caminatas interminables, Apolo y Dionisos compitiendo, golpeándose, destruyéndose y a la vez reconstruyéndose, una dialéctica que se acompañaba de los actos, actos poéticos. “La poesía es un acto”. Hazañas casi heroicas en las que se arriesgaba el todo por el todo, los puntos medios son para la medianía, como aquella vez que deambulábamos y departíamos por la ciudad, bebimos el néctar de Baco, degustamos las palabras de Klossowski y terminamos, como todo buen tijuanero, comiendo unos tacos de asada a altas horas de la noche en una taquería que tuvo a bien proveernos de las energías y de los ánimos suficientes para llevar a cabo aquel acto que estaba ya destinado que habríamos de cometer.



La odisea consistió en embestir un cerro a media noche, caminar a tientas, casi en la penumbra, sin más auxilio que el del instinto y algunos tragos que aligeraban la pesada cuesta, sin más luz que la de nuestra mente que destellaba brillos al citar a pecho abierto una frase de algún autor que en ese momento nos asaltaba, Eliot gritaba hacia el vacio, yo estaba convencido que su interés era el de despertar a la gente que vivía a las orillas de por donde pasábamos, quería hacerles un llamado a emprender algo, no sé si el mismo lo sabría, pero creo que esa era su intención, misma que aun ejerce cuando dicta sus clases, a veces se desespera y desearía que sus alumnos despertaran de ese letargo. Yo caminaba como en procesión, citaba alguna frase pero lo hacía más bien distraído, como sin deseos de decir nada, y es que era claro que el acto que sucedía, esa proeza que parecía absurda y que no lográbamos recordar porqué lo hacíamos, era en sí misma un acto que no necesitaba palabras. No había nada al llegar a la cima, pero ¿hace falta que haya algo al sitio a donde vamos, no es mejor andar el camino y dejarse sorprender por lo que pueda encontrarse?, así transcurrió aquella noche sin mayores incidentes, afortunadamente ningún animal nos ataco, parecía que ellos tenían más miedo de que nosotros los atacáramos, escalamos la altura que habíamos acordado, pero nuestros espíritus estaban hambrientos de alturas más altas, aun ahora creo que ambos seguimos, desde nuestros sitios, buscando aires más helidos y cerros más altos que conquistar, cada uno busca nuevos horizontes y nuevos actos por ejecutar.



Veo a la gente de ahora, a los nuevos amigos, a mis nuevos alumnos y a la gente que poco a poco se va atravesando en mi(s) camino(s) y me pregunto: ¿será que alguno de estos nuevos espíritus esconden a seres tan férreos como Eliot? ¿Qué nuevas aventuras y actos poéticos podre emprender con estas nuevas personas?. Quiero creer que todavía hay quien se atreve a desafiar al mundo, que todavía hay quienes desean ascender a las cúspides del conocimiento y que hay quien tiene el espíritu dispuesto a compartir sus ideas y sus pensamientos. Estoy hastiado de mentes de “tres pesos”, vomito la mediocridad de la gente que apenas y pide lo necesario para sobrevivir y se niega a abrir los ojos, repudio la medianía de la gente que veo día con día, me fastidia la estupidez y el pendejismo que es actualmente el ethos del día a día. Quiero nuevos enemigos que estén a la altura, quiero paredes que encierren mi ser y que lo obliguen a buscar la manera de escabullirse y de crecer. Maldigo la bastarda moneda de pago con la cual hipócritamente me ha tratado la gente, haciendo de mi un chivo expiatorio y un ejemplo de algo a lo que temen, su codicia y su propia inmundicia los corroe, el asesino los atemoriza, sus demonios se materializan y no tienen otra forma de combatirles que atacando a aquel que no se niega a la voluptuosidad. Bienvenidos los que desean combatir, quienes tienen armas y que esconden en sus palabras no la credulidad sino la desconfianza como principio creador del pensamiento desalineado. Aquellos actos fueron sublimes, se escribieron con la fuerza y el poder del hierro, marcando, al menos en mi espíritu, la señal inequívoca de que aun hay algo por hacer y que aun hay quienes desean hacerlo. Eliot, mi maestro y hermano, gracias por tus enseñanzas, a decir verdad no sé en qué momento fue que cada quien tomo nuevos rumbos, sin duda es porque maduramos cada quien en lo que tenía que madurar y cada uno a seguido un camino que le depara nuevas enseñanzas, nuevas cimas por escalar y amaneceres más esplendidos que justifiquen el transitar por la vida, aunque con nostalgia puedo decir orgulloso que habrá nuevos momentos y nuevas enseñanzas que compartir mutuamente, desde ya maldigo a todo aquel que cuestione mi sincera admiración por ti y me disculpo si en acaso molesto compartir estas vivencias que compartimos, valla si quien lo cuestione lo hace por el simple hecho de que su experiencia más prometedora fue amanecer ebrio en la esquina de un asqueroso lugar, que vean su vida y descubran lo putrefacto y mezquino de su andar por el mundo. El acto poético, la poesía en acto. Dejemos de pensar y construyamos, dejemos el pendejismo y participemos de la vida. Saludos a los sordos oídos que saludan mis voces.