lunes, febrero 13, 2006

A propósito de Febrero.

Para que no le digan y no le cuenten....
Escuche usted de viva voz mis pensamientos, estas disertaciones versan sobre el amor, a veces de forma injuriosa, a veces de forma melancólica, pero a final de cuentas sobre el amor.
A propósito de “un tranvía llamado deseo” y un día en Febrero dedicado al amor.

Pienso, y bien lo saben los que me conocen, que el amor es una cosa compleja, una cosa extraña, una cosa aun demasiado rara para mi pues apenas y le conozco, y digo conocerle por que pongo en mi espíritu la analogía de lo que los demás me han dicho que se siente y supongo, ingenuamente, que yo alguna vez también lo he de haber sentido.
No es ninguna falsedad lo que les digo, en verdad creo que el amor no existe y que solo es un estado de la conciencia en donde nuestra necesidad de “algo” y de evitar el estatismo, nos ha llevado a construir un “fantasma” al cual atribuimos muchas de nuestras dolencias.
Es verdad, yo he llorado por una mujer, no lo niego, he sufrido por un desprecio, y he ahogado en alcohol las penas cuando una fémina me ha rechazado, pero a final de cuentas creo que en su momento solo intentaba reproducir aquellas cosas que socialmente había escuchado que debían ser así.
Viendo las cosas en retrospectiva, creo que El amor es como la muerte en tanto que sabemos que a todos nos llegara alguna vez, pero todos desconocemos su verdadera experiencia, es también como la muerte en tanto que nos niega a nosotros mismos, pues dejamos, en ciertas cosas, de preocuparnos por nosotros y nos dedicamos solamente a buscar complacer a la dama en cuestión. Finalmente diré que el amor no es mas que un constructo mas creado por el estado socializado en donde cubrimos nuestra miseria uniéndonos a otra parte igualmente inconforme con su ser. El amor es una manifestación mas de nuestra debilidad, de nuestro afeminado estado, débil y maloliente. El amor deja al descubierto la falta de voluntad del ser humano y enseña esa cara dependiente de la que no podemos abstraernos. Para finalizar y por aquello de que se vallan a dar por aludidos, yo solo diré que cada quien lleva su miseria como puede, a veces necesitamos de compartirla por que ni pa´ eso nos alcanza, pero en los momentos importantes, allí donde se pone en cuestión nuestro poder vital, allí solo somos nosotros contra el mundo, allí el amor se vuelve un ancla que limita, un estorbo que a-pendeja, el amor nos hace débiles y nos estatiza, “no hay que hacerse de nada de lo que no se pueda uno mismo des-hacer a la vuelta de la esquina”