miércoles, diciembre 08, 2004

EL EXTRANJERO.

"A donde quiera que voy
me llaman el extranjero",
y de allá donde soy
el extranjero me siento.

Terrible verdad ser un paria en esta vida
un ser tan escaso, sin patria,
un alma en pena que busca del camino
que lo devuelva a la nada.

El viaje es triste se duplica mi soledad,
sobrevivo con mendrugos de compañía
austero para brindar cariño
con miedo de descubrir la verdad.

Solo y triste, poeta sin musa,
loco entre los locos
y villano ante la realidad
extraño para la vida
y la felicidad,
un ser sin patria
un extranjero y nada mas.

Apareces en mi vida,
tierra soñada pero nunca prometida.


Triste realidad:
“El paraíso es para todos y para nadie”

Los desterrados no pueden regresar,
El dolor enfurece
por nunca haberse ido.


Las penas nunca fueron menos
y eso que solo de pan me alimenté.

Paraíso con verdes prados
invadido de mil colores,
con campos perfumados
por el aroma de las flores.

Tierra fértil,
promesa permanente
de la felicidad anhelada.

Tan triste y tan cierto,
el extranjero no tiene derecho a soñar
al paria no le corresponde la felicidad,
pero; ¿se es apatria de nacimiento,
o cada uno elije el auto-exilio?.
¡Bha! de nada sirve eso ahora.

“Bienaventurados los que nada esperan
Por que ellos nunca serán defraudados”

El mundo es basto y mi alma
desea salir, de este espacio,
ser nuevamente feliz,
disfrutar de su independencia,
vivir alegre como siempre.

Pero, en el fondo, adentro,
allí donde duele,
oculta amargamente su verdad.

"A donde quiera que voy
me llaman el extranjero",
y de allá donde soy
el extranjero me siento.