miércoles, septiembre 01, 2004

DOS MUNDOS

En la eterna disputa entre la primacía de lo material y lo in-material, el hombre, como constitución orgánica y conceptual, también ha pagado su peaje, sufriendo con esto una división en dos fragmentos que se nos muestran; diferentes, excluyentes, contradictorios e irreconciliables, representados en los términos de: cuerpo y alma. División que ha sido abanderada, en mayor número y con una intención dudosa, al terreno de la discusión teológica, con todo lo que se implica de esto.
La primera intención supuesta, es la superación de la dualidad preexistente en la concepción humana, y es aquí en donde W. Blake acusa (justificadamente según mi criterio), no a la religión en sí misma sino a las interpretaciones que se hacen sobre los “libros sacros”, como los culpables de la insuperabilidad de dicha división y los pone, por el contrario, como los creadores de la dualidad y los culpables de la irreversibilidad de su “falaz” realidad fincada.

William Blake hace aquí su aparición mística, mas próxima a la simple cordura que al gnosticismo de las entidades incorpóreas o ultramundanas, y nos devela de nueva cuenta esa verdad tan añeja y que ha sido olvidada: “La energía es la única vida, y procede del cuerpo; y la razón es el limite o circunferencia de la energía” aquí acusa Blake el hecho de que solo veamos la finitud en las cosas y que pasamos por alto su parte infinita. Lo infinito se inserta en el campo de acción de la finitud, entendido esto, no solo en el ámbito ontológico propiamente dicho, sino en todas las acciones y sucederes en el apriori de la temporalidad. La “cualidad” humana de la razón es utilizada como fundamento y pináculo de los eventos externos e internos de la existencia misma, subordinando con esta primacía “arbitraria” la energía generadora de la vida, los “poderes” obscuros gestores del acontecimiento denominado como vida.

El cuerpo se ve como una enorme cadena que nos hace victimas de pulsaciones y deseos, los cuales atentarían contra la naturaleza divina que nos ha creado. “Los sentidos limitan nuestro conocer de la potencia creadora” “Si tu ojo te es motivo de pecar, arráncalo de tu cuerpo, pues es preferible esto a que todo tu cuerpo sea condenado por la infracción…” esa es la máxima con la que el evangelio católico nos pretende alejar de lo sensual y darnos una muerte prematura.

“La prudencia es una fea y rica solterona cortejada por la incapacidad.””Quien desea y no actúa engendra la plaga.” En estas sentencias encontramos un hilo conductor que apunta hacia un “vitalismo” enraizado en Blake, y nos reencuentra con formas clásicas con las cuales Nietzsche identifica la moralidad y el actuar de los “corderos”, los “débiles” que no pudiendo contrarrestar la fuerza de los supra-hombres, utilizan formas disfrazadas pero efectivas para retar y suprimir al supra-hombre, tales como: el ascetismo, la castidad, la dualidad pecado-santidad, etc, estas son muestras de la inactividad en la que pretenden meter la sensualidad humana y lo cual conlleva un aletargamiento de las pasiones y de la voluntad de vivir, pues la prudencia y la no-acción, son manifestaciones de la voluntad de muerte confrontada al deseo puro de la vida.

Heráclito es la figura referente por excelencia, en la eterna intención por la unión de los contrarios y la demostración de su correspondencia-necesidad para su propia existencia, y Blake de nueva cuenta asume la idílica tarea de unirlos, esta vez bajo la figura del matrimonio, considerando que la guerra entre estos dos conceptos se dará de forma hegeliana en donde no habrá una destrucción del otro, sino una integración, una mutua aceptación y una coexistencia parsimoniosa.
El matrimonio del cielo y el infierno” es un intento desde la mitología privada de Blake, sus personajes; demonios y ángeles, se contraponen en forma y contenidos a los que nos brinda la tradición, sin embargo en su “esencia” el fondo que enmarca el trabajo de Blake, su intención valla, es por demás propositiva, idealista y extremadamente romántica. Una lectura inevitable y un conglomerado de pequeños aforismos que nos dejan como recuento final, la posibilidad de la reflexión y la introspección. Blake nos regala material para la generación de los pensamientos y es nuestra labor el continuarlos.